Llegar a Milán, una de las ciudades más vibrantes de Italia, en tren es una experiencia cómoda y eficiente, gracias a su bien conectada red ferroviaria europea. La principal puerta de entrada a la ciudad a través de este medio es la Estación Central de Milán (Stazione Centrale di Milano), una imponente obra de arte en sí misma, que no solo sirve a trenes locales sino también internacionales. Esta estación es un núcleo crucial para quienes viajan desde otros países europeos o ciudades italianas como Roma, Venecia o Florencia.
Una vez en la Estación Central de Milán, los viajeros encuentran diversas opciones de transporte público a su disposición. Para moverse por la ciudad, pueden optar por el metro, que cuenta con líneas que conectan puntos clave de Milán, incluyendo atracciones turísticas, áreas comerciales y barrios residenciales. La estación de metro más cercana es Centrale FS, que sirve a las líneas M2 (verde) y M3 (amarilla), facilitando el acceso a la mayor parte de la ciudad.
Además del metro, los autobuses y los tranvías ofrecen conexiones convenientes a diferentes zonas, incluidas aquellas más alejadas del centro. Las paradas se encuentran justo fuera de la estación, lo que permite a los visitantes elegir el medio de transporte que mejor se adapte a sus necesidades. Para los que prefieren una opción más personalizada, hay servicios de taxis y alquiler de bicicletas disponibles en las inmediaciones.
Para comenzar a explorar Milán tras llegar a la estación, un excelente punto de partida es el majestuoso Duomo di Milano, situado a solo unas pocas paradas de metro usando la línea M3. Esta catedral gótica no solo es un símbolo icónico de la ciudad sino que también ofrece una vista panorámica impresionante de Milán desde sus terrazas, proporcionando a los visitantes una introducción inolvidable a la riqueza histórica y cultural de este destino.